viernes, 7 de diciembre de 2012

"¡EZÓ MARDITO ROEDOREH¡"

Cuando una persona de decide y recurre por fin a ir a visitar a un psiquiatra o a un psicologo, generalmente lo hace con la esperanza de hallar un alivio inmediato.

Su intención no es más que la de sentirse mejor y buscar un doctor capaz de recetarle un remedio psicologico que, aplicado tres veces cada día y uno a la noche de refuerzo (1-1-1+1) pueda anestesiar el dolor, todo el dolor que se siente por dentro sin saber de donde viene pero llega.

Pero si, en lugar de "una psicoterapia de apoyo", lo que necesita es una "psicoterapia de reconstrucción" el resultado suele ser justamente el contrario.

La "psicoterapia de apoyo" está idea para ayudar a una persona a superar breves períodos traumáticos o especialmente dificiles; el terapeuta ayuda al paciente a "ventilar" sus emociones reprimidas y a reforzar las defensas de que disponga, y se mueve únicamente a nivel consciente y sintomático, porque no se propone más que aliviar una aflicción pasajera.
La "psicoterapia de reconstrucción", en cambio, suelen necesitarla las personas cuyos síntomas son, en general, persistentes y continuos, en cuyo caso el terapeuta tiene que entrar en el terreno de la "estructura de la personalidad" y de la visión básica.

Cuando se hace esto, suele presentarse un periodo inicial de desorientación o de desintregración; es decir, de caos.

La persona que trata no sólo de "apañarselas" más o menos bién durante una época dificil, sino de librarse de una existencia engorrosa y rutinaria y descubrir la plenitud de la vida, tendrá que revisar su "visión básica" , y esto , se cuente o no con la ayuda de un profesional, significa "terapía de reconsrucción".

Muchas veces he repetido a los largo de mis "notas", o bien claramente o meno-facil de enterme, que la participación en la plenitud del vivir y de la vida, es siempre proporcional a nuestra visión.
Quien no vive plenamente no ve como es debido.

Ahora bien, renunciar a una visión en aras de una prespectiva radicalmente diferente conlleva siempre el paso por el "limbo" de la indefinición, de "las tierra de nadie", por la experiencia temporal del caos.
Por eso es por lo que siempre se presenta un periodo inicial de desorientación o desintegracion de lo ya conocido  y que es una etapa necesaria del proceso del "crecimiento como persona",  y como ser humano.

Cuando se perciben los primeros síntomas, cuando se nos dice , claramente o no, - y hay muchas formas de indicarlo - que no estamos bién, que no estamos dando nuestra mejor nota, nuestra mejor melodía, deberíamos prestar atención, escuchar y oir, mirarnos dentro y reconocerlo.

"¡No estoy bien¡"
¡¡Pués a poner el remedio sin dilación¡¡.

"Esos málditos roedores" pueden escudriñar nuestro interior , sacarlo afuera y ayudar a sanarlo.
Ir a un psiquiatra o a un psicologo no es cosa de "locos" sino la realidad feaciente de que no lo estamos ,afortunadenente,"todavía", pero que si persistimos en la idea de que no lo necesitamos, podemos llegar a estarlo.
El "yo me las arreglo solito conmigo mismo" puede ser que nos lleve al definitivo error y fracaso de nuestra vida sin pensar para nada en los "daños colaterales"...
¡Que vaya si los tiene¡
Se arrastra al vacio de la tristeza y al desencanto y la desolación a mucha gente que nos ama y nos quiere y que , en el peor de los casos,también nos necesita, a pesar de nuestras propias locuras personales e individuales.

Todos las tenemos , si, pero...
¿Cuantos las escondemos?,
¿Cuantos decimos no necesitarlas mirando para un "otro lado" sin importanos ni un ápice donde dirijimos nuestra mirada?

MADRID 7 DICIEMBRE 2012



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