miércoles, 22 de febrero de 2012

¡MI QUERIDO AMIGO¡



Duro decir:
Te amo,

Mira cuánto tiempo, distancia y pretensión

he puesto ante el horror de esa palabra,

esa palabra como serpiente

que viene sin hacer ruido, ronda

y se niega una, dos, tres, cuatro, muchas veces,

ahuyentándola como un mal pensamiento,

una debilidad,

un desliz,

algo que no podemos permitirnos.



Ese temblor primario

que nos acerca al principio del mundo,

al lenguaje elemental del roce o el contacto,

la oscuridad de la caverna,

el hombre y la mujer

lamiéndose el espanto del estruendo.



Reconocer

ante el espejo,

la huella

la ausencia de cuerpos entrelazados hablándose.



Sentir que hay

un amor feliz

enjaulado a punta de razones,

condenado a morir de inanición,

sin darse a nadie más

obseso de un rostro inevitable.



Pasar por dias

de levantar la mano,

formar el gesto del reencuentro y arrepentirse.

No poder con el miedo,

la cobardía,

el temor al sonido de la voz.

Huir como ciervo asustado del propio corazón,

vociferando un nombre en el silencio

y hacer ruido,

llenarse de otras voces,

sólo para seguirnos desgarrando

y aumentar el espanto

de haber perdido el cielo para siempre.



(Gioconda Belli)

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